Amor en morado


Primero me dijo que le ladraba a mis deportivas moradas. Dejé de usarlas, pero el perro me siguió ladrando.
El perro ladraba mi presencia, mi olor, mis movimientos. Pero sobre todo ladraba cuando me acercaba a ella, cuando la besaba, o cuando nos encerrábamos en el dormitorio.
Para mi desgracia, el perro ladra hasta cuando yo no estoy.
He vuelto a utilizar mis deportivas moradas.

*Inédito.